Aún no es notorio, pero ya hemos comenzado una nueva etapa y tenemos dos opciones: Avanzar con la humanidad o resistirnos a los cambios que vienen; aunque la segunda posibilidad equivaldría a negarnos a aceptar las transformaciones inevitables de la existencia. Sería como si las estaciones quisieran estancarse en un invierno eterno sin la esperanza de la primavera, o como si una oruga decidiera pasar toda su vida arrastrándose por el suelo.
Muchos de nuestros comportamientos, ideologías y creencias actuales están muy cerca de la obsolescencia y no tardarán en ser parte de un pasado primitivo y oscuro que quizá recordaremos con verguenza. Es hora de entender que esta no es una transformación opcional, así como no sería una alternativa viable el deseo de quedarse con cinco años de edad por siempre. Podemos empezar a dar saltos mortales y a hacer todas las rabietas posibles, pero hay cambios que sucederán gústenos o no, porque son parte del flujo natural de la vida.
¿Qué sucederá con quienes se oponen al cambio? Evidentemente no les espera el castigo ni el infierno, su destino es simple: Igual que con el ejemplo del niño de cinco años que se niega a cumplir seis, sentirán las consecuencias de su ceguera y de su terquedad hasta cuando acepten que la vida avanza y que es imposible detener el tiempo. Tarde o temprano reconocerán que esta es una época de transiciones inevitables y que la mejor forma de superarlas es avanzando con ellas.
La manera más fácil de saber si estamos en sintonía con los cambios que están sucediendo, es estar atentos a las características que marcan el nuevo pensamiento y la nueva conciencia de la generación naciente:
1. Tenemos a Dios: No como creencia ni superstición sino como la guía de la conciencia. Esta es una generación que ama genuinamente a Dios sobre todas las cosas y entiende que Él, como la esencia de la vida, la naturaleza y el universo está, además, en la Voz de nuestra conciencia.
2. Tenemos su guía: Cada uno de nosotros ha entendido los principios que rigen la conciencia, consignados en el libro gratuito “La Voz de la Verdad“, para poder empezar a escucharla y guiarnos por ella.
3. Somos libres: Esta es una generación totalmente libre que no pertenece a ninguna religión ni sigue ninguna creencia. (Mientras su entorno social no le obligue a ello so pena de muerte o de estigma social. Los rituales externos obligatorios no tienen ninguna importancia mientras la convicción interna esté comprometida, en silencio, solamente con nuestro Dios único y verdadero a través de la conciencia).
4. Respetamos la libertad de los demás y hablamos menos pero hacemos más: Sabemos que estamos llamados a hacer más y a hablar menos. Nos concentramos en mejorar nuestras fallas olvidando las ajenas porque sabemos que aquí ya no hay espacio para la crítica, las burlas ni los prejuicios. Comprendemos que no está en nuestras manos cambiar a los demás y que la discriminación solamente sirve para herir, para maltratar y para empeorar las cosas; por eso dejamos a cada persona con la responsabilidad de superarse a sí misma a través de su conciencia. Trabajamos en ser cada día más comprensivos, prudentes y pacientes reconociendo que, como seres humanos, todavía no somos perfectos.
5. Tenemos independencia y autonomía para dirigir nuestra propia vida: Entendemos que la voz de la conciencia es una guía individual y no colectiva. No tenemos líderes diferentes de Dios mismo; no hacemos reuniones, no creamos religiones ni hacemos congregaciones de ninguna especie. Somos completamente naturales y libres. Cada uno está concentrado en su vida normal y en su trabajo personal de manera silenciosa, respetuosa y prudente. Reconocemos que no somos perfectos y sabemos que la única manera genuina para expresar la felicidad de tener a Dios a través de la conciencia, como maestro y guía, es a través de nuestros actos silenciosos y del ejemplo de nuestra vida.
6. Pasamos desapercibidos porque tratamos de ser felices y adaptables a todas las circunstancias posibles: Nuestro mayor valor es interno, es la forma como enfrentamos las diferentes situaciones y la calidad de elecciones que hacemos para trazar nuestro camino; por eso no tiene mayor importancia lo externo en sí mismo. Para nosotros lo que determina nuestro progreso y el valor ante nosotros mismos es la honestidad, la autenticidad y la calidad de nuestros pensamientos y actos; no los rituales, las palabras, las poses, las túnicas ni los argumentos. Cada uno de nosotros vive de acuerdo con su entorno social, sin complicarse mientras aprende a vivir con sencillez, humildad y alegría. Tratamos de ser muy adaptables a las diferentes situaciones que se nos presentan cada día. La guía de la conciencia nos permite encontrar siempre la mejor solución y la forma más fácil de superar las dificultades. Trabajamos en no tener prejuicios y nuestra prioridad es vivir con autenticidad y con naturalidad, comprendiendo que tener a Dios en la vida es como respirar. Sabemos que para ello no hace falta extasiarse ni levitar.
7. Todos somos alguien. El respeto y la prudencia es nuestra principal guía: La vida del prójimo le pertenece a él; nosotros nos ocupamos exclusivamente de nuestra existencia y de ser lo más amables, justos y prudentes que podemos con quienes nos rodean. En el pasado, el valor de las personas se determinaba según el reconocimiento público y social alcanzado por diferentes medios, generalmente a traves de las influencias y de las apariencias, sin importar mucho la calidad personal y humana verdadera. Ahora todos forjamos nuestro valor ante nosotros mismos según la calidad de nuestros pensamientos y actos, sin que el reconocimiento público juegue ningún papel importante. Nuestro valor es directamente proporcional a lo que sabemos sobre nosotros mismos en el silencio de nuestra conciencia, todo lo demás es pasajero y sin importancia. Compartimos nuestras experiencias de manera casual y ocasional entre amigos sin ninguna rivalidad ni ceremonia especial, porque hemos comprendido que la guía de la conciencia no pone a nadie en un nivel diferente; todos tenemos las mismas posibilidades y capacidades para superarnos.
8. La salud en todos los sentidos es nuestra característica principal: De manera sensata y lógica, hemos empezado a tomar en nuestras manos las riendas de la salud sin exponernos a riesgos innecesarios. Poco a poco vamos comprendiendo que todas nuestras dolencias, sin importar cuán graves sean, pueden ser sanadas a través de la guía de la conciencia de una manera muy natural y casi imperceptible. Este es un proceso lento pero seguro en el que avanzamos con una convicción sin precedentes, reconociendo que somos completamente dueños de nuestro bienestar físico, emocional y espiritual. Jamás nos privaríamos de recibir asistencia médica cuando el sentido común dice que la necesitamos, pero a medida que aprendemos y avanzamos vamos requiriendo de esa ayuda cada vez menos, hasta que llegará un día en el que desaparecerá completamente. Este es el proceso que nos lleva a comprender que la luz espiritual determina nuestra salud material. A mayor sabiduría menor dolor físico y emocional. Trabajamos incansablemente con nosotros mismos, fieles a Dios y a su guía, para que la paz, el bienestar y la plenitud sean los estados predominantes de nuestra vida.




